Una serie de pruebas bastante extrañas demuestran que el primer teléfono de muchos realmente sí era indestructible. Primero amarran a un Nokia Ladrillo a una motocicleta, para luego empezar a conducir mientras el móvil golpea el pavimento.
Después lo congelan en el freezer y, lo hierven en una olla, siempre dentro de una bolsa. El móvil resiste y, la única forma de hacerle un daño importante, fue dinamitándolo.