¿Alguna vez te preguntaste de donde proviene el término “deadline” (fecha límite)? La expresión hace referencia al límite hasta donde podían llegar los presos dentro de una prisión. Si traspasaban ese límite, los guardias podían disparar a matar (dead). Aunque sea un poco fuerte, debemos reconocer que este término se adapta bastante bien a la vida que llevamos hoy en día.
Generalmente, el hombre tiende a darse cuenta que ya es tarde cuando la fecha límite está muy cerca. ¿Por qué será que dejamos todo para último momento?
Hay algo que se llama la falacia de la planificación y consiste en un absurdo optimismo que nos hace creer que más tarde tendremos el tiempo necesario para todo, y ahora solo debemos relajarnos y disfrutar. Cuando se está por acabar el tiempo es cuando más nos concentramos y trabajamos más duro.
Si bien cada persona lo puede sentir de forma diferente, lo cierto es que nuestro cerebro está perfectamente dispuesto a trabajar bajo presión. El estrés físico y mental despierta capacidades y habilidades y nos hace ser más efectivos, aunque no necesariamente nos haga sentir más felices o tranquilos.
Está comprobado que en los últimos momentos de la cuenta regresiva es cuando somos más creativos y eficientes, más lúcidos, más proactivos, tenemos más imaginación y más energía para realizar la tarea.
Fuente: la100.cienradios.com